Uno de los actos más entrañables de nuestras fiestas, es el paso de los niños por el Manto de la Virgen. Ofrenda que los padres hacen de sus hijos a la Virgen del Rosario de los Pastores, signo de acogida en la Hermandad y protección de la Madre del Señor, para que nos cuide a lo largo de nuestra vida.
Huerta tiene una tradición,
de pasar a los niños
por el Manto de la Virgen
cuando llega la Función.
Los padres de los niños
también rinden honores,
al ofrecer a sus hijos
a la Virgen de los Pastores.
Y de emoción todos lloran
al cumplir su gran anhelo,
de seguir la tradición
ante su Madre del cielo.
La Virgen complacida,
acoge sin distinción,
a los niños que a Ella llegan
a cumplir la tradición.
Año tras año los padres,
cumplen con Fe y devoción
al ofrecer sus hijos a la Virgen
y pedir su bendición.
Llenos de júbilo y felicidad
se marchan con sus pequeños
dando gracias a la Virgen
muy alegres y risueños.
Tomás Agenjo Luján
Aunque no siempre se han pasado a los niños por el Manto, había costumbre de visitar a la Virgen siempre que se tenía un niño. Fue don Agustín Arévalo Santiago, compositor también de la Salve, quien en 1965, iniciara junto a la Hermandad, esta bonita tradición de pasar a los niños por el Manto que lleva la Virgen, solicitando la Protección de nuestra Patrona para los niños.
Normalmente siempre pasan los niños nacidos en el año anterior, pero puede pasar cualquiera que no haya pasado nunca, sea cual sea su edad.
Los padres de los niños, a través de la Hermandad, entregan sus hijos al Sacerdote, el cual los ofrece a la Virgen del Rosario de los Pastores pasándolos por el Manto de nuestra Santísima Madre.
Muchos niños vienen de fuera, para pasarlos por el Manto de la Virgen y pedir su Protección también para ellos. Todos somos hijos suyos. Es una tradición bonita que se conserva.
Desde este momento, todos los que por su Manto hemos pasado, entramos a formar parte de la Hermandad de la Virgen del Rosario de los Pastores.
La oración mas antigua conocida dedicada a la Virgen María, escrita sobre papiro entre los siglos III y IV, y localizada en una ciudad de Egipto, ya pedía su protección a la Madre del Señor:
Oración
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches nuestras oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
¡Oh Virgen Gloriosa y Bendita!
Amén
